1/31/2011

Anda, sí, claro...y yo me lo creo...

La verdad es que uno no tiene ni idea de nada. Y menos cuando una "eminencia" está a tu lado. Esa eminencia, habla, comenta, suscribe, cualquier tipo de idea, con elegancia y sabiduría. Y, claro, uno no tiene palabra, ni postura clara. Me tengo que callar, arrodillar ante su "sapiencia" y admirar la fluidez de palabra que ejerce. En Educación, hay muchas personas como esta. Y he tenido que dar justo con una de esas. Lo más triste, es que haya personas que le doren la píldora, y que encima asientan cada vez que sus labios se despegan y fluye una voz chillona que entona un cántico celestial opinando lo que sea, sin tener conocimiento científico de ello. Si por lo menos tuviera ciencia infusa, sí, eso que me decía mi profesor de filosofía del derecho, que necesitaríamos para poder aprobar su asignatura, al no ser que "pencaramos" como inútiles delante de sus libros, al menos 100 horas. Así, que nosotros pobres mortales, tenemos que estudiar, asimilar conocimientos, y tener el equilibrio entre sabiduría y humildad. Algunas personas, ni humildad, ni una portentosa inteligencia que les permite evaluar la situación. Esa eminencia, es la misma que tenía que pedir auxilio para establecer un mínimo clima de respeto en su aula. Es la misma que carenciendo de conocimientos sobre una materia, es capaz de sentar cátedra delante de un profesor emérito, un decano de universidad, o un simple maestro como yo. Y claro está, el profesor emérito, el decano y yo, tenemos que agachar la cabeza ante tal prodigio humano, que sin tener conocimientos, es capaz de pedir a los dioses, que en el mismo momento que salga un hilo de voz por su garganta, sea dotada su palabra de la verdad. Sin embargo, aquellos que ni los dioses nos han dotado de condiciones similares para hablar, hemos tenido la prudencia de aprender, experimentar, y observar, para aprender sobre un campo de conocimiento. Pero, cómo es posible que esa persona haya alcanzado la piedra filosofal, sin apenas despeinar uno de sus cabellos teñidos...Qué agravio hemos cometido contra los dioses para que nos hayan relegado a simples y minúsculos peones de un juego, que se nos haya limitado genéticamente nuestra inteligencia. Hagamos una cosa, conservemos los genes de tan mayúscula persona, y a partir de ese mismo instante, perpetuemos la especie en base a su carga genética, amparada por los dioses. Oh, Zeus, tu podrás crear una raza superior...un montón de eminencias para el progreso humano, para alcanzar un peldaño superior, al humano, llegando a tocar los relámpagos divinos, y poder establecer axiomas incontestables...Oh, sí, tú, C., eres la única persona capaz de revelar el sentido de la vida, de determinar el mapa del genóma humano con sólo mirar un envase de tinte para el pelo, con sólo asistir a un congreso de genética (como ponente, claro), y salvar a la humanidad de cualquier posible calamidad.
En ti creemos, oh eminencia...!!!
Para mi colega y amigo, que puebla un aula plagada de trampas y misterios insoldables, donde Cain y Abel, se lanzan peligrosas palabras.
Menos mal que los dioses nos han dotado de paciencia, dado que no podremos llegar nunca a ciertos niveles.

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