9/20/2011

De bares


El otro día, nada, el sábado pasado, quedamos con "El bicho", y la "Golfa", para tomar algo por la noche. Nos acercamos a un bar de la calle Longares, un bar que intenta imitar a los bares irlandeses, pero, acorde con el barrio en el que está ubicado. La relación contractual, o la relación mercantil entre cliente y hostelero comenzó algo rara, y tornó peor. En principio, comenzamos pidiendo unos "mojitos", y unas cocacolas. Los mojitos, marca "Bacardi" estaban pasables. Vale, no es que me esperara unas bebidas sacadas de un bar de "coctel" de la ciudad de los rascacielos, o un brebaje sacado de las entrañas mismas de Cuba. No pasa nada, sólo era cuestión de ingerir algo de alcohol. Pero, claro, cuando eres consciente de que le sirven a todos los demás seres que pueblan el bar, y te dejan el último...Uno no se queda muy satisfecho. Seguimos pidiendo cervezas, cocacolas, cervezas, cocacolas...Todas ellas pagadas por el "bicho", que decía, tener el deber de pagarnos unas rondas. Además, estuvimos jugando a los dardos, una partida, otra partida, otra partida, una más, otro, seguimos, así hasta casi el infinito...
En un momento dado, las "monas camareras" decidieron dejar el bar con un ambiente más íntimo, apagando alguna luz, sin percatarse de que nos pagaron la maquinita de los dardos. Volvieron a encenderla viendo el craso error. Nadie se dirigió a nosotros para pedirnos disculpas, o simplemente dar alguna explicación. Nosotros nos acercamos a la barra, y nos dirigimos a la "camarera mona vestido corto nº1", y le dijimos que la máquina se había apagado. Ella respondió con un "aha", "sí, ya lo hemos visto". Y le solicitamos amablemente que si nos podían reembolsar la partida en curso, sin añadir que había crédito en la máquina para poder seguir una hora más, jugando y bebiendo. "Mona nº1" pasó de todo. Decía no poder hacer nada. Hablamos con "camarera mona nº2, sin escote, y mala virgen" y le requerimos lo mismo que a su compañera. "Nada, no podemos hacer nada." Preguntamos por el propietario, o propietaria, para poder pedir explicaciones. Nada, que el dueño no estaba, y no volvería hasta las mil.
Nos fuimos del bar, claro, pero al bar de al lado, que también tiene máquina de dardos, mejor música, y un poco más de agobio, pero a esas horas nos daba igual.
La conclusión que sacamos:
Nos hemos gastado entre copas y jugar a los dardos unos 45€. Por 2€ que estabamos jugando no son capaces de que nos quedemos contentos, (ojo, contentos significa seguir jugando y bebiendo, seguir gastando dinero en el bar). En el otro bar, seguimos jugando, bebiendo, jugando, bebiendo...gastando, en definitiva.
Moraleja: No me tratan bien, me voy, pero no volveré. En tiempos de crisis sorprende no perder 2€, para seguir ganando dinero, es absurdo no dejar al cliente satisfecho, y tenerlo contento, para que vuelva, o siga consumiendo.
Hoy en una terraza de la calle Valle de Zuriza, he visto el mismo planteamiento. Un bar de esos que llamamos "de chinos", pincho de tortilla (gigante), y café con hielo 2,45€. Además, me han puesto un plato de cacahuetes y pipas. Mientras contemplaba el resto de terrazas anexas vacías. Es el mismo planteamiento que lo ocurrido el sábado. Si no hay voluntad de dar para recibir, si sólo es pagar por unos servicios "desatentos", malas caras, y poca amabilidad y educación, no me tomo ni un vaso de agua. Si me saludan con un "buenosdías", una sonrisa, me tratan bien, me dan un servicio por encima de su precio, y me voy contento repito, y hasta me tomo algo más, aunque no lo tuviera previsto, o voy de propio, a pesar de estar un poco más lejos, o andar 3 minutos más. Luego en los corrillos del café, todos nos preguntamos cómo es posible que "los chinos" estén pillando todos los bares de barrio, y les funcione. Sí, claro, no lo entiendo (ironía, que explico porque en "Cómo conocí a tu madre", Robín afirma que en mail y web las ironías no se pillan). Siempre dudaremos cómo estos "chinos" hacen negocio...Eso, hasta que descubran que los garitos de copas son también muy rentables con buenos precios y servicio.
Nada, VETADO el bar de LONGARES con aspecto de pseudo irlandés: ST PAUL TAVERN:
http://maps.google.es/maps?q=bar+en+paseo+Longares+zaragoza&hl=es&prmd=imvns&resnum=1&bav=on.2,or.r_gc.r_pw.&biw=1441&bih=632&wrapid=tlif131651950417410&um=1&ie=UTF-8&sa=N&tab=wl

9/19/2011

Carretera Zaragoza - Cortes

La verdad, creía haberlo visto todo. Pero, no. No es cierto. Los que me conocen, saben que ahora transito otra ruta: Zaragoza-Tudela. Entro en la carretera desde Zaragoza, y voy hasta Cortes, donde empieza la autovía, hasta Tudela. El tramo entre Figueruelas y Gallur, tiene una limitación de 80 km/h, y una línea continua opcional. Digo opcional, dado que muchos de los conductores no respetan, poeniendo en peligro la vida de los demás, digo de los demás, porque me importa muy poco la suya, que por su conducción, parece que no les importa nada. Concretamente, hay un opel vectra Z 6493 AZ, que reta a la muerte todos los días. No contento en saltarse todas las normas, adelantando en línea continua, esquivando camiones, y esquivando a los que respetamos las normas, que encima lo hace con el móvil pegado a su oreja, echando "las largas" al resto del mundo, y pitando al resto del mundo, por acatar la norma. Lo más indignante, es que este sujeto, me adelantó con toda la chulería del mundo, como si yo fuera el que no conducía correctamente. Al rato, por el retrovisor, volvía a ver otro coche, a lo lejos, que adelantaba camiones. Era él otra vez. Habría parado para lo que fuera, y volvía a recuperar el tiempo perdido. En esa ocasión me apreté al camión que llevaba delante. Hizo ademán de quererse meter en el poco espacio que dejaba mi coche, y el camión, y al ver que ni yo podía dejarle pasar, y el camión que venía en dirección contraria no iba a parar, pitó, gritó, y maldijo a todos los presentes, acelerando su automóvil, esquivando todo obstaculo. Pero, ojo, sindejar de despegar su móvil de la oreja. Eso podía suponer una pérdida de suerte, o de destreza al volante. Ante todo la conversación insustancial y la educación de no dejar una conversación a medias. Será un gran conversador, al que su interlocutor le va la vida en ello. Creía que lo había visto todo.
 
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