1/11/2007

Jueves

Podemos pensar en el resultado de nuestros actos o decidir omitirlos ante nuestra estúpida existencia. Sabemos que algo es posible. Un cambio, una revolución. Pero es revolución debe ser cultural. O incluso una revolución cívica. Me explico, una revolución en la que los valores cívicos sean el emblema de esa ruptura con lo que ahora sufrimos. Una evolución, no a valores caducos de orden, disciplina o cosas derivadas de un orden político de represión, ni tampoco las fallidas ideas de un estilo progre. Unos valores, universales, que no atienden a épocas, EDUCACIÓN. Educación ante el prójimo, antes los demás, ante uno mismo, y ante la sociedad. Por ejemplo debería empezar con un actividad en la que todos los ciudadanos sintieran la obligación de tener que participar activamente en pro de la sociedad. Eso implica empezar votando, en las urnas, no dejar que un porcentaje de votos inferior a la mitad sea la que decide por el conjunto total de nuestra sociedad. Es una obligación moral, cívica.
No reclamo la educación en valores, los valores deben estar presentes (e interiorizados) ya en el acto de la propia educación. Puedo creer en un currículo oculto que soterradamente vamos depositando en el alumno, pero es insignificante ante el currículo nada oculto de la televisión y de la sociedad.
Valores no políticos, ya que ahora los valores se aplican políticamente, eso de la tolerancia, talante... Tolerancia supone según el diccionario, del latín tolerare (sostener, soportar), es una noción que define el grado de aceptación frente a un elemento contrario a una regla moral, civil o física. Más generalmente, define la capacidad de un individuo de aceptar una cosa con la que no está de acuerdo. Y por extensión moderna, la actitud de un individuo frente a lo que es diferente de sus valores. Si eso es tolerar, tolerancia, no la quiero, eso supone ir en contra de los principios personales de cada uno. Intentar que nos cambien, pero...¿en beneficio de quién? No tenemos razón para soportar a nadie, ni que nos cambien, ni que aguantemos algo que nos está matando. Eso es lo que los pólíticos quieren para nuestra sociedad.
Ello implica un grado de violencia de la política con el ciudadano. Violencia, la que ejercen nuestro contrato social, la que nos agobia con normas. Y para qué esas normas si luego vamos a tener que TOLERAR SOPORTAR que otros las incumplan. No vivimos todos en la misma ciudad, región o país...

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