VI
A las 6 de la mañana, con camino marcado y repetido cada jornada, crees que nada te va a sorprender. Sólo la esperanza de llegar, para vivir más momentos intensos, como llevaba ya tiempo experimentando. Amistades, risas, enamoramientos, cervezas, karaoke, croquetas como menhires, días sin descanso, colegio, niños, “cantajuegos”…
A las 6 de la mañana, con camino marcado y repetido cada jornada, crees que nada te va a sorprender. Sólo la esperanza de llegar, para vivir más momentos intensos, como llevaba ya tiempo experimentando. Amistades, risas, enamoramientos, cervezas, karaoke, croquetas como menhires, días sin descanso, colegio, niños, “cantajuegos”…
El juego de
luces del amanecer, en mi retrovisor, los brotes del sol naciente en un espejo…
Hago kilómetros con el sol en la espalda, que me guarda y me empuja, me arrolla, me arrulla... Sonando Loussier,
“Play bach” desde el usb acoplado en la radio. Mi mirada, buscando el Moncayo,
pero sólo deja verse una silueta imprecisa. De pronto, una luz roja. Uno se ve
en la necesidad de ir atento en carretera, mirar qué hacen los demás, y tu
piloto automático guiarte, con un punto de automatismo, de no ser consciente de
que vas a 120 km/h. Y, sin embargo, creer que estás controlando totalmente la
situación. Algo altera ese punto, una luz roja que no cuadra en el momento, que
se eleva, salta, y te aporta una grata sorpresa. Varios días observando este
fenómeno, al que no quise dar una explicación racional, aunque una emocional, o
casi mística era la más adecuada a mi estado anímico. La realidad podría
alterarse con una mirada cargada de pasado, pero es lo que hay. Fuegos
artificiales... Una sencilla explicación. Todos tenemos asociados los fuegos artificiales
a las fiestas, o al final de las mismas. No a que vayas en tu coche camino del
trabajo, y te sorprenda un final de fiestas cada día. Quizás no es el final de
fiestas, todo lo contrario, el principio de esa fiesta que es disfrutar del día
a día. De que algo presagia o da la bienvenida. Esto te anima, te hace pensar
que ojalá tú estuvieras de copiloto en mi coche, y también en mi vida, para
compartir ese mágico momento. Luz roja, tenue, que acrecienta su propio
espacio, invadiendo la oscuridad con brillos blancos, al igual que estrellas
fugaces, en un fondo violeta, gris payne, y el Moncayo asomando a su derecha.
Impasible, con unas leves manchas de nieve. Impagable. Wish you were here!
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