No quiero ni pensar el tiempo que dejamos en un atasco; ese mismo tiempo dedicado al estudio, a la práctica de un deporte o a la lectura sería suficiente para convertirnos en eruditos, deportistas de elite o habernos leído la biblioteca de Alejandria enterita. La mala leche se apodera de cualquiera, algunos más que otros susceptibles hasta el punto de tener la convulsiva acción de sacar la mano con el dedo corazón apuntando al cielo. Los hay que el sustituto de su ego es el pito que llevan, no en el pantalón, sino de serie en el coche, como una extremidad más de ellos mismos.
Gracias a los cielos y a mis padres, tengo la música como aliada en estas ocasiones, aunque alguna vez, raras veces, yo también me apunto al carro del dedo en alto.
9/07/2007
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