Incluso ahora, puedo percibir que las montañas, altas, nevadas, allá a lo lejos, dejan ver un mundo menos inaccesible que la inválida ciudad. Desde la terrible urbe, donde nos atacan ruidos que se deslizan, agudos tintineos de pequeños aparatos y vientos blancos nos quedamos aturdidos intentando pensar en otro paisaje. Nieves, roca, pinos..., son más familiares para todos nosotros.
1/20/2005
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